viernes, 17 de enero de 2014

La importancia de hablar en + (I)

El tema de reflexión estas semanas ha sido el cómo decimos las cosas y cómo las reciben quienes nos rodean. Cómo esa percepción puede influir en nuestra vida, en la consecución de nuestros objetivos, e, incluso, en nuestro estado de ánimo y en que las circunstancias vengan a favor o en contra.


Como tiene varios enfoques he decidido presentarlo en una serie de dos post.


Empezamos hoy por la influencia que tiene nuestra forma de decir las cosas en los demás. Y veremos en el próximo la influencia que tiene en nosotros mismos.

En esta ocasión, en vez de terminar con una película, empiezo comentándola: Human Resources (Francia, 1995).
Hay una escena en la que se mantiene una reunión entre la dirección y los representantes de los trabajadores. En ella, después de que el director y una de las representantes mantengan  una discusión bastante subida de tono, toman la palabra otros compañeros. Parece que la cosa se va calmando. Tras intervenir el último de ellos el director flexibiliza su postura, se acerca…Es entonces cuando la representante que había intervenido en primer término exclama: ¡Pero si es lo mismo que he dicho yo!

Pues no lo parecía…Desde luego, el efecto no era el mismo.

Debemos dar más importancia a la forma en que transmitimos nuestros mensajes.

Y creedme: ¡no puedo creer que sea yo quien escriba esto!; dado que siempre he dado más importancia al fondo de las cuestiones que a las formas.

Sin embargo en los últimos tiempos voy acercando porcentajes de importancia entre ambas.

Lo ideal sería, juzgar a los hombres por lo que hacen, no por lo que dicen. Pero en la realidad vivimos situaciones breves en las que no nos da tiempo a demostrar con actos, y solo quedan nuestras palabras.

Si hablas en negativo en una primera impresión, resta.


Cuántas situaciones se dan, en las que no sabemos quién puede estar escuchando nuestra conversación; tirando de refranero: “la vida da muchas vueltas”

Y fijaros si es importante en una entrevista de trabajo o, simplemente, cuando queremos concluir una venta con éxito. Son situaciones en las que hay que demostrar mucho en poco tiempo.

No se trata de cambiar el mensaje, sino de cambiar las palabras con las que lo transmitimos. Es expresar lo que pensamos, siendo conscientes de en qué momento y en qué foro es adecuado y en cuales no; y, sobre todo, utilizando la herramienta del lenguaje a nuestro favor.

No es un cambio de hoy para mañana, no es fácil; ya que partimos de hábitos inconscientes y muy arraigados en nuestro lenguaje. Rutinas lingüísticas que usamos continuamente sin ni siquiera saber que estamos utilizando expresiones negativas. Hay que practicar.

A continuación os dejo algunos recursos básicos para ponernos a ello. (Yo, la primera).


En cuanto a expresiones comunes que usamos habitualmente; intenta sustituir:



  • "No se preocupe" por "Vamos a solucionarlo"
  • "¿Cuál es el problema?" por "¿En qué puedo ayudarle?"
  • "No estoy de acuerdo" por "En mi opinión"
  • "Sin ninguna duda" por "Por supuesto"
  • "¿No le parece bien?" por "¿Qué le parece?" 




Además nuestra expresión oral positiva crece aún más cuando la acompañamos de:



  • Una sonrisa
  • Comenzar correctamente
  • Utilizar el tono de voz adecuado
  • Escuchar y demostrar que se escucha
  • Preguntar con tacto
  • Personalizar la conversación dirigiéndonos por el nombre
  • Finalizar correctamente
Yo estoy dispuesta. Y tu...




¿Qué quieres que se escuche de ti?










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