domingo, 23 de febrero de 2014

Disfrutando del Camino



Hace unos días, mientras  tomaba un café con viejas amigas, una de ellas hizo un comentario que ha estado rondando por mi cabeza desde entonces:
“Somos una generación de grandes insatisfechos, lo tenemos todo y nunca estamos contentos”
¿Has pensado si te pasa a ti?
En la mayoría de casos hemos crecido “teniendo que”, en niveles de exigencia altos, con gran consciencia de “lo que se esperaba de nosotros”. Y así hemos llegado a tener un “buen trabajo”, a querer ser el mejor del equipo, el que más vende, el que cumple antes los objetivos, el que más gana...
Pero…Y esto… ¿nos llena de satisfacción?¿Garantiza que obtengamos mejores resultados?
Parece ser que no.
El problema de este enfoque está en que siempre se quiere más, nunca se llega; porque cada vez que nos aproximamos al horizonte aparece otro aún más lejano, y luego otro y luego otro…Y seguimos caminando siempre con la vista puesta en la próxima estación…
Además, identificamos lo que conseguimos, a dónde hemos llegado, con lo que somos.
Esto es vivir y trabajar en Exigencia.
Y así, después de años en el mismo puesto, nos sentimos frustrados y perdemos la motivación.
Hoy os propongo que cambiemos el enfoque e intentemos pasar a vivir y trabajar en Excelencia.
Vivir en excelencia significa que lo importante es el camino, el cómo intento llegar a mi meta. No tendrá relevancia lo que voy encontrando, sino cómo yo afronto las diferentes situaciones que se me presenten.
La excelencia no es producto de las circunstancias.
La excelencia es una elección consciente " Jim Collins
Confieso que, al principio ,esto de la excelencia me planteaba dudas: temía que al centrarme en el camino pudiera perder de vista los objetivos...Y esto puede ser peligroso para la empresa...Pero tranquilos, al final se llega.
Lejos de no conseguir los resultados, la excelencia garantiza un mayor éxito, ya que nos permite conectar con aquello que queremos realmente; con lo que nos gusta y nos hace trascender, por eso la posibilidad de conseguir resultados satisfactorios aumenta considerablemente.
Ser exigente significa que lo haré bien o no lo haré. Ser excelente implica dar lo mejor de mí para hacerlo.
En exigencia debo parecer perfecto. En excelencia soy auténtico.
En exigencia soy lo que hago. Si sale mal soy un fracasado. En excelencia hago algunas cosas bien y otras mal, de todas aprendo algo.
En exigencia una crítica es un ataque, una amenaza. En excelencia las críticas me ayudan a crecer, a saber hacerlo mejor la próxima vez.
La exigencia supone la obligación de hacer las cosas bien.
La excelencia nace de mi interés por hacerlo lo mejor posible.
¿Te gusta hacer las cosas por obligación o prefieres hacer aquellas por las que tienes interés?
¿Con cuáles sueles tener más éxito?
Pienso en la generalidad de la empresa hoy y veo demasiada exigencia y poca excelencia…
¿Vas con prisa? o ¿disfrutamos del camino juntos?



   

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